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Las emociones en el cole

Miedo, nervios, enfados, celos... Nuestros peques comienzan el cole y a lo largo del curso van a experimentar diversas emociones que deberán aprender a gestionar. Con estos seis Cuentos cortos de emociones en el cole, además de empezar a disfrutar de la lectura, aprenderán a identificar, reconocer y nombrar sus emociones. El papel que tienen padres y profesores en este sentido también es muy importante, por eso os dejamos algunas orientaciones que completan el uso de este libro.

02-09-2021

Las emociones en el cole

Seguro que vuestro mayor deseo es que vuestros hijos y alumnos sean plenamente felices. Bien, pues en Cuentos cortos de emociones en el cole, de Pedro María Gracía Franco, encontraréis herramientas que, sin duda, os serán muy útiles para conseguir vuestro propósito, porque del reconocimiento, la comprensión y el manejo de nuestras emociones depende en buena medida nuestra felicidad. 
En el entorno familiar y en la escuela experimentamos nuestras primeras emociones, de ahí la importancia de enseñar a los niños a entenderlas y gestionarlas desde su más temprana edad. 

El desarrollo de la inteligencia emocional supone:
Reconocer las emociones en uno mismo y en los demás. Identificarlas y saber nombrarlas correctamente para ir adquiriendo conciencia de ellas. 
Aprender a expresar las propias emociones adecuadamente para así poder compartirlas y ser capaces de contar a otras personas cómo nos sentimos. 
Descubrir cómo nos afectan las diferentes situaciones de la vida, qué emociones y sentimientos nos generan.
Promover la empatía. Poder comprender los sentimientos y las reacciones de otras personas al vivir determinadas situaciones y experiencias.
Reforzar el autocontrol para ir aprendiendo a manejar y gestionar adecuadamente las propias emociones.
Desarrollar habilidades sociales que favorezcan la comunicación, la interacción y la convivencia armoniosa con nuestros iguales.
Aprender a gestionar adecuadamente los conflictos interpersonales que se plantean en la vida diaria.

El cuento y el juego son dos recursos imprescindibles para ayudar a los niños en el descubrimiento y el aprendizaje de las emociones. En los seis cuentos que os ofrece este libro se ponen de manifiesto diferentes situaciones muy comunes en la vida de las aulas que generan diferentes reacciones emocionales muy reconocibles para los lectores de estas edades: los nervios, el miedo, la vergüenza, el enfado, la tristeza y los celos. 

A continuación de cada cuento, encontraréis una serie de juegos que os ayudarán a profundizar en la emoción con los niños de una manera dinámica y divertida. Además, os proponemos estas ideas para que trabajéis con vuestros hijos y alumnos: 
Comparad situaciones. Evocad juntos las diferentes situaciones de los cuentos y comparadlas con vivencias parecidas que hayan ocurrido en casa, en el parque, en el colegio… 
Representad el cuento. Podéis actuar vosotros mismos o usar marionetas o muñecos. Eso ayudará a identificar las emociones y permitirá poner en juego diversas reacciones y alternativas.
Fotografiad emociones. Haceros selfis poniendo caras y fotografiaros en diferentes actitudes o haciendo gestos que expresen diversas emociones es un buen recurso, ¡y muy divertido!, para aprender a identificarlas y nombrarlas.
Recortad rostros que expresen diferentes emociones, tanto positivas como negativas, e improvisad juegos para reconocerlas. También podéis intentar imitar las expresiones faciales. 

Otras actividades que os pueden ayudar: 
Identificad señales de alarma. Cuando determinadas emociones están a punto de desencadenarse, el cuerpo nos envía señales. Jugad con los niños a descifrar dichas «pistas» corporales: las mejillas se encienden con la vergüenza; cuando estamos nerviosos aparece un cosquilleo en la tripilla; el corazón se acelera con el miedo; fruncimos el ceño si nos enfadamos… Si le ayudas a reconocer esos avisos, le será más fácil anticipar, suavizar o incluso detener la reacción emocional que se avecina. 
Reaccionad ante estas señales. Ofrece al niño recursos para que sepa qué puede hacer cuando detecte alguna señal de alarma, por ejemplo: 
— Establecer un buen discurso interior (ya soy mayor, no voy a enfadarme…). 
— Verbalizarlo en voz alta, contárselo a un adulto. 
— Contar hasta diez. Cerrar los ojos y respirar hondo varias veces. 
— Imaginar cosas agradables y bonitas.
Descubrid y destacad cualidades. Jugad en casa o en clase a identificar cualidades en uno mismo y en los demás, y a expresarlas. Esta actividad favorece la autoestima y la empatía.
Aprended a escuchar y a esperar. Aprender a posponer los propios deseos e impulsos requiere de ayuda, constancia y tiempo. Escuchar a los otros, aprender a esperar nuestro turno, saber demorar la satisfacción de las propias apetencias, respetar las normas y límites, saber perder… proporcionan la fortaleza necesaria para afrontar los límites y las frustraciones que la vida nos impone a diario.

Y para terminar, papás y mamás, cuidad mucho la comunicación con vuestro hijo. Preguntadle por su día a día, hablad sobre el colegio, pedidle que os cuente cosas a diario. Observad cómo interpreta lo que sucede a su alrededor y, cuando relate hechos conflictivos, preguntadle su opinión sobre lo ocurrido, cómo habría actuado él… Animadle a menudo, reforzad sus cualidades, decidle lo orgullosos que os sentís de él.  Fijaos en sus reacciones y en cómo va gestionando sus emociones en la relación con sus iguales. Y, por supuesto, no dudéis en acudir a un especialista si tenéis dudas u os preocupa algún aspecto del desarrollo emocional de vuestro hijo. 

(Texto del apartado del libro: orientaciones para padres y educadores)
Puedes echar un ojo a las primeras páginas del libro aquí.

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